jueves, 25 de febrero de 2010

Ribeirao: ¿Represa Binacional? - Visión de un beniano

Zonceras ecologistas y etnopopulismo

By Winston Estremadoiro


Las zonceras ecológicas ¿serán efecto de la alianza contradictoria de sesgados cultores andinos de la Pachamama, con la nueva religión fundamentalista mundial llamada “ecolatría”, que socapa nuevas formas de imperialismo? ¡Exijamos la construcción de las dos represas hidroeléctricas, Cachuela Esperanza y Araras! ¡Demandemos que cese la andinocéntrica estupidez de bloquear una salida al mar por el río Amazonas!

Recordé a tía Juanita Hasse de Hecker y a mi madre Carolina, que se carteaban con frecuencia en tiempos en que no existían la magia de Internet ni las tarifas baratas de celular, adelantos que están echando al olvido la buena caligrafía, la clara sintaxis y la impecable ortografía. Fue un plácido remanso en medio de la desazón que produjeron falsos adoradores de la Pachamama, y los apasionados argumentos de Freddy Hecker a favor de las hidroeléctricas del río Madera, en ese faro de defensa de intereses regionales que es Veritas, publicación que reparte en Riberalta y que recibo en versión digital.

El Complejo Hidroeléctrico del Río Madera era un proyecto de tres componentes. Uno, la construcción de una hidrovía de 4.200 Km de largo, que haría posible la navegación de grandes embarcaciones en los ríos Madera-Mamoré, Madre de Dios y Beni. Dos, cuatro represas hidroeléctricas con exclusas para la navegación, situadas dos en Brasil, una en río binacional y la cuarta en Bolivia, en Cachuela Esperanza. Tres, las líneas de transmisión, cuya área de influencia es mil veces más grande que la población afectada.

Formaba parte de la Iniciativa para la Integración de Infraestructura de América del Sur (IIRSA), acordada en el año 2.000 para resolver problemas de transporte, energía y telecomunicaciones mediante corredores de integración. Bolivia era un gran beneficiario, por su ubicación en el centro de Sudamérica y ofrecer las mejores condiciones para el cruce de los Andes, el gran obstáculo para la integración continental. Y también el acceso brasileño al Pacífico, en cuyas espaldas también llegaría nuestro país, como sostengo hace tiempo.

En Bolivia, se generarían 2.280 MW de energía en una represa de aguas binacionales y la de Cachuela Esperanza. Producirían un ingreso al país de $420 millones anuales, por la exportación renovable de 12 millones de MW a $35 cada uno. Amortizada la inversión, $20 millones serían para gastos de operación y mantenimiento y $400 millones de dólares la utilidad anual neta.

Tan claro el beneficio para Bolivia, que antes del viaje de Evo Morales a Brasil, donde se reiteraría la oposición de su gobierno a la construcción de las represas, la prensa de ese país especulaba que todo era una argucia para obtener financiamiento de una o dos de ellas en territorio boliviano.

Nada de eso. No importó que Brasil cediera en el precio de la energía y propusiera sociedades binacionales para la construcción de las represas. El gobierno se enroscó en su fijación del supuesto impacto social y ecológico, no solo en Bolivia, sino también –vaya pretensión- en el vecino país. Fue el MAS, con Evo y Choquehuanca a la cabeza, que se opuso a que Brasil construya dos represas en tierra boliviana –chao Cachuela Esperanza y Guayaramerín (Riberão o Araras), aclara Hecker. Fue gesto iluso de un gobierno influido por oportunistas ONG’s medio-ambientalistas, que conforman un retazo importante del caleidoscopio del entorno gobernante.

Un concepto sesgado de nuevos salvadores populistas de la patria es el de “foro”. Se refiere a reuniones para discutir asuntos de interés actual ante un auditorio que a veces interviene en la discusión. Nada de eso en el I Foro Amazónico realizado en Guayaramerín en junio de 2007, que quizá influyó al “pachamamista” dúo de Evo y Choquehuanca. Tan sesgado que los próximos eventos serán en San Buenaventura y Cobija, relegando a la mayor ciudad de la región, Riberalta. Tal vez porque como dije en el pasado reciente, chúcaros riberalteños rechazaron el ingreso de Morales, apedrearon avión venezolano y declararon como persona no grata al padrino Hugo Chávez.

En el “Foro” de Guayaramerín destacaron ONG’s medio-ambientalistas bolivianas y varios representantes de similares en Brasil. Las últimas estaban frustradas con el gobierno brasileño, que no les dio pelota y prosiguió con las represas en Jirau y Santo Antonio a pesar de sus lamentaciones. Al gobierno boliviano, Lula le tapó la boca reduciendo la altura de las represas, de manera que “ni una gota de agua del embalse” –reminiscente del estúpido “ni una molécula de gas a Chile”- anegara territorio boliviano, llevando las obras de Santo Antonio aguas arriba –y anulando las esclusas que abrían a Bolivia el acceso al Atlántico.

Lo sugestivo es que ni había secado la tinta de su negativa a las represas, que el Presidente Evo Morales reculó al anunciar con bombos y platillos la construcción de la hidroeléctrica en Cachuela Esperanza. A nuestro “Tarechi en su estaca”, dice Hecker, “se le abrieron los ojos y contrataron por exorbitantes 8 millones de dólares a una empresa canadiense para elaborar el estudio de impacto ambiental”. Sospecho que su primera conclusión, copiada de los estudios brasileños, será que la intervención en el medio ambiente del entorno de las represas, bolivianas y brasileñas, es mínima comparada con el progreso humano que acarrearán. Y que la remediación y mitigación del efecto de las represas en el río Madera será posible con los recursos generados.

¿Qué hay detrás de tales idas y venidas? ¿Será cosa de la reiterada incompetencia del gobierno? ¿Será cuestión de centralismo paceño coludido con el etnocentrismo populista de Evo Morales? ¿Será efecto de la alianza contradictoria de sesgados cultores andinos de la Pachamama, con la nueva religión fundamentalista mundial llamada “ecolatría”, que socapa nuevas formas de imperialismo?

Son temas que analizaré en próximos artículos. Mientras tanto, me adhiero a la demanda de mi pueblo natal, del noreste amazónico boliviano y de Freddy Hecker. ¡Exijamos la construcción de las dos represas hidroeléctricas, Cachuela Esperanza y Araras! ¡Demandemos que cese la andinocéntrica estupidez de bloquear una salida al mar por el río Amazonas!

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